DESTRIPACUENTOS
Por Antonio Callejo
+ ¿Podrá Claudia andar su Presidencia fuera de la pauta que le marcó y le marca a diario su mentor? El conocido ritual mexicano de entrega del Poder, se enfrenta a una vigorosa resistencia de parte de AMLO
+ Chetumal, la malquerida. Ni siquiera Roberto Palazuelos, menos aún Dante Delgado, cayeron en la cuenta del valor simbólico de su nuevo posicionamiento en esta ciudad, tan apoyada por AMLO y Mara Lezama. Mandaron a Ivonne Ortega
+ Johana Acosta, un ejemplo magistral de cómo dirigir un partido político en `piloto automático´. Una dirigencia fantasma, que no estuvo en ningún momento clave de la elección
Cancún, Quintana Roo. – Si observamos bien, López Obrador ha venido imponiéndole el ritmo a la política mexicana desde hace muchos años, probablemente desde que fue candidato a la presidencia por primera vez, en 2006. A estas alturas, a días de que termine su mandato, hace un `corte de caja´ casi increíble: Su partido ganó arrolladoramente, en un proceso donde eligió incluso a la candidata de la oposición.
Y todos lo leemos como una extensión de mandato, porque ese es el hilo conductor de su discurso, abierto. Ni siquiera de forma inmanente o embozada.
A Claudia Sheinbaum le trazó, y ese es el tema principal, el plan de gobierno –escrito en un “testamento político”–, la ruta de la continuidad de sus inconclusas obras, y hasta el plan legislativo que propone hacerse como trajes a la medida la Suprema Corte de Justicia y la órgano nacional electoral.
La gran duda aquí es si la virtual presidenta electa podrá imprimirle un sello personal a la Presidencia, con su propio ritmo y estrategia de gobierno, distintas a la partitura heredada por su mentor.
En la breve historia del México democrático, los presidentes salientes suelen ir apagando su discurso y administrar frugalmente su imagen, para permitirle al entrante tomar las riendas de la gobernanza. Es una forma ritual, pero también funcional, que le da el espacio necesario al nacimiento del nuevo ciclo sexenal.
Si en alguna ocasión se alteró esa forma de transición, llegó el `tata´ Lázaro Cárdenas para sacudirse al llamado `maximato´.
López Obrador acaba de dar un manotazo en la mesa, apoderándose de la Legislatura entrante. No le dejará a Claudia Sheinbaum, como suele hacerse, que se encargue de administrar el proceso legislativo, con los legisladores que le acompañaron en la boleta.
Y hasta ahora, parece que las y los diputados federales, no saben distinguir los matices entre pertenecerle a López Obrador o a Claudia Sheinbaum. Son daltónicos amaestrados para ver únicamente el color `burgandy´. Podría equivocarme, no sería la primera vez. Ya veremos.
Por lo pronto un botón de muestra:
Esta semana, la presidenta electa salió rauda a matizar las declaraciones de los diputados morenistas salientes, que al anunciar las reformas electoral y de justicia desde ya, alteraron los mercados cambiario y de inversiones. Y López Obrador le enmendó la plana. “La justicia está por encima de los mercados”, sentenció en su mañanera.
Antes dijo que se va a retirar, pero sólo saldría a la palestra política `fuera necesario, por su derecho a disentir´.
Más claro ni el agua.
López Obrador es un monstruo de la política que no tiene intenciones de dejar ningún espacio vacío en su avasallante poder, y para ello tiene, y lo sabe perfectamente, el respaldo de un sector muy amplio de la sociedad.
¿Será capaz la virtual presidenta electa de amarrar al monstruo?
CHETUMAL, LA MALQUERIDA. YENSUNNI, UNA HAZAÑA HISTÓRICA… AL REVÉS
Esta sufrida ciudad es la capital del estado. Es de alguna manera el corazón de uno de los estados más lopezobradoristas y morenistas del Sureste –junto con las de Tabasco. Y hoy votó de forma significativa por Movimiento Ciudadano, que si bien la hizo de `palero´ cuatroteísta en la elección presidencial, en Quintana Roo si armó una estrategia para crecer y alcanzar votos.
Lo que hizo la presidenta municipal de Othón P. Blanco, Yensunny Martínez, es una especie de hazaña, pero al revés. Porque con todo el apoyo del obradorato, de la marca Morena, y aún más, contando con la dedicada y eficiente gestión de la gobernadora Mara Lezama, trascendió la dificultad de restarle votos a Morena y engrosar a una oposición que ni existía en el mapa de la capital quintanarroense.
Pero a la pobre Chetumal no sólo la abandonó Yensunni por su conducta frívola e insensible de las necesidades de la ciudad y de los ciudadanos. También la abandonaron Roberto Palazuelos, quien se presentaba como la gran figura `emecista´ de la contienda. No se le vio en defensa de Lidia Rojas.
Y Dante Delgado concentró sus esfuerzos de defensa en Jalisco, donde sí hay un movimiento ciudadano que puede defender sus votos. No volteó a ver a Chetumal, ni por lo que representa el avance de MC en el contexto del morenismo reinante en el resto de Quintana Roo. Ni un saltito se dio para respaldar a los neo-emecistas de la capital del estado.
Mandaron a Ivonne Ortega nada más.
El resultado, más allá de a quién le den la mayoría de votos: una Chetumal dividida, entre un morenismo que palidece y un emecismo emergente, pero insuficiente para ganar a las claras.
LA GRAN DESAPARECIDA, JOHANA ACOSTA, UN LIDERAZGO FANTASMA
La dirigente estatal del partido oficial en el estado, dio una muestra magistral de cómo se puede dirigir un partido político en `piloto automático´.
Nunca apareció en los momentos clave de la elección. Vaya, ni siquiera ha estado en Chetumal para acompañar en su debacle a Yensunni Martínez.
Parece que ni hace falta quién dirija a Morena.