“De colores, de colores se visten los campos en las elecciones…”

DESTRIPACUENTOS

Por Antonio Callejo

+ ¿O no va así la canción? Julián Ricalde tronó al ver desechada su iniciativa de acabar con la colorida guerra que remoza inmuebles con tonos partidistas. Lo que hace la corta memoria

+ No recuerda que su hermana tornó de azul al palio tricolor al asumir la Apiqroo. Y que hasta encarceló intendentes por pintarle de rojo sus amarillos parques. Antes pintaron a Atenea de azul y amarillo. Incluso de tricolor.  Hoy de guinda

Cancún, Quintana Roo. – Apenas tomó posesión del encargo, y al el siguiente mes de septiembre, en 2017, en su primera y más llamativa acción como directora de la Administración Portuaria Integral (API), Alicia Ricalde Magaña encomendó que la decoración alusiva al mes patrio se tornara de tricolor, a una exquisita gama de azules, más cercanos al partido de sus amores, en PAN, porque le parecía que aquellos verde, blanco y rojo, eran muy priístas.

El colorino suceso llamó la atención de propios y extraños, en Quintana Roo y allende las fronteras del estado, porque el marco de referencia fue el inicio del sexenio de Carlos Joaquín González, quien con bajo los colores pan-perredistas, se convirtió el primer mandatario estatal que no llegaba al cargo por la vía del PRI.

Alicia Ricalde responsabilizó entonces a un funcionario menor, que salió a hacer el ridículo expresando unas disculpas obligadas por su resbalón, digno de un funcionario de San Tangamandapio de las tunas.

Y allí quedó.

Antes, Julián Ricalde, otro adlátere del clan familiar, protagonizó en su momento un cruce de coloridos palios con Roberto Borge Angulo, a la sazón presidente municipal y gobernador, respectivamente.

Corría el año 2012, cuando Ricalde asumió la presidencia municipal en Cancún, argumentando que él sí y los anteriores no, pertenecía al partido del sol azteca desde su fundación. Quería marcar distancia de sus antecesores Greg Sánchez y Juan Ignacio García Zalvidea, quienes llegaron a protegerse con la bandera amarilla del perredismo, aunque de de manera forzada. Nunca militaron en ese instituto ninguno de los dos.

Ricalde quiso, por tanto, convertirse en el alcalde más perredista y más amarillo de que hubiese tenido memoria Cancún.

Todo lo pintó de amarillo.

Bardas, mamparas, escuelas, parques, patrullas, camiones de basura, y hasta a su sobrina Atenea Gómez Ricalde, le pintó de amarillo el DIF municipal.

En esa andanada cromática, en esa su gran lucha por la colorimetría y coliridemoscopía, se enfrascó en una profunda y muy llamativa guerra con el entonces gobernador, citado arriba, quien por su parte pensaba que era mejor el color escarlata, asociado al Revolucionario Institucional.

Y sostuvieron un esgrima parecido al de los protagonistas de star-wars y su guerra galáctica, donde sus espadas, en este caso interminables botes de pintura y esforzados ejércitos de intendentes, se aventuraron a las inhóspitas y acaloradas calles de Cancún.

Unos pintaban de amarillo. Otros de rojo. Un día sí y otro también.

No se salvaban ni las piedras de los parques.

Julián Ricalde se ponía más amarillo cada vez. Y Roberto Borge más rojo.

Se denunciaron públicamente, acudieron al respetable –o sea a la opinión pública–, para acusarse mutuamente de intolerancia al amarillo y repudio al colorado.

A la gente le ha venido más o menos valiendo madre, hasta la fecha.

Hubo en algún momento en el que la policía de Ricalde, montada en briosos automóviles y motocicletas bien amarillas, metieron a la prisión a una cuadrilla de pintores del equipo de Roberto Borge. El grave delito fue pintar de rojo un parque recién amarillado por el equipo de Ricalde.

Y así, mientras la hermana Alicia pintaba y decoraba de toda suerte de ganas del azul panista, en contra de la historia del sufrido lábaro patrio (que alguna vez fue azul y amarillo cuando lo levantó el cura Hidalgo –aunque no están listos para esa conversación), el hermano Julián pintó hasta a la sobrina de amarillo y azul.

Sorprendentemente, llegó a la presidencia municipal acompañada de los tres colores del PRI… aunque el blanco no es estrictamente un color. Pero bueno.

Atenea Gómez Ricalde, como se ve en las fotos, siempre ha estado muy feliz de portar los colores que le recomienden sus mentores; sea su mami o su tío.

Hoy, la sobrina se placea por Isla Mujeres con una casaca guinda.

¿Quién la pintó?

Pero bueno, qué sería la vida sin colores.

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