
DESTRIPACUENTOS
Por Antonio Callejo
No podía un grupo político tradicional, que conformó un equipo de gobierno con el mismo diseño institucional, romper con una inercia a la que pertenece
Gerardo Hernández, Profesor-Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), señala que el cambio político en Quintana Roo ha sido un desafío constante
Cancún, Quintana Roo. – La promesa de un cambio verdadero y de cobatir la corrupción, hechos por el gobierno de Carlos Joaquín, no se cumplieron y ni siquiera se avanzó notablemente en este aspecto.
Al paso del tiempo, el viraje que hicieron los quintanarroenses, al votar PAN-PRD y llevar a la derrota por primera vez en la historia de Quintana Roo, no tenía sustento en la medida que los grupos políticos y las formas de comunicación con la sociedad, eran exactamente iguales que sus antecesores.
Es decir, la oferta de un cambio era hueca.
Según un estudio realizado por el académico Gerardo Hernández, Profesor-Investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Mexicali, México, el cambio político en Quintana Roo ha sido un desafío constante.
Hoy en día, y gracias a negociaciones políticas, Carlos Joaquín evitó el análisis serio de sus estados financieros, obtuvo la aprobación del presidente a su desempeño por `no meterse en las elecciones´ para su sucesión, e incluso alcanzó un nombramiento y protección como embajador de México en Canadá.

LA SUMA DE LOS MISMOS ELEMENTOS, NO PUEDE DAR RESULTADOS DIFERENTES
El estudio analiza el diseño institucional original de Quintana Roo y cómo ha definido la trayectoria política del estado. A pesar del triunfo de la alianza opositora PAN-PRD, las razones que llevaron a este aparente cambio político no garantizan necesariamente un “cambio institucional” en el estado y su sociedad.
La promesa de erradicar la corrupción no se cumplió y no se avanzó notablemente en este aspecto. La inercia del armado y desempeño del gobierno fue la misma, originada en un diseño similar. Por lo tanto, nunca hubo el cambio que se ofreció.
El estudio hace énfasis en la conformación de los grupos politicos tradicionales y su relación con el equipo que se conformó alrededor de Carlos Joaquín, e incluso el origen de este, para determinar que representaban “más de lo mismo”.
Entre sus conclusiones y propuestas, el estudio señala:
“Es crucial fortalecer la democracia subnacional a través de mejores procesos de participación ciudadana. El desarrollo y consolidación de la ciudadanía debe dejar de personalizar la política, es decir, votar por las plataformas electorales y no necesariamente por la imagen del candidato”.
Con base en esas observaciones, comenta que este reto conlleva tener una clase política profesionalizada, una élite empresarial autónoma del poder político y, sobre todo, una sociedad activa y participativa en cada una de las decisiones de su gobierno.
Esto es especialmente relevante en Quintana Roo, donde se han iniciado algunos cambios políticos, pero aún queda mucho por hacer para cambiar las reglas del juego y las costumbres arraigadas en la sociedad.
En resumen, señala que el cambio político prometido en Quintana Roo aún está pendiente. Aunque se han hecho promesas y se han tomado medidas para combatir la corrupción y mejorar la democracia subnacional, los resultados hasta ahora han sido insuficientes. Con un nuevo gobierno en el poder, queda por ver si se pueden hacer avances significativos en estas áreas.