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Por Antonio Callejo
Cancún, Quintana Roo.- Quintana Roo solía lucir un DIF más preocupado por el aparato que por la atención; por los flashes de los fotógrafos que por la mirada de un niño hambriento. Bajo la administración de Carlos Joaquín, y con su esposa ejerciendo un papel de “primera dama” pasajera, el sistema estatal de asistencia social naufragó en un mar de fiestas, disfraces y galas cocteleras que opacaron por completo su razón de ser: proteger a quienes más lo necesitan.
Esa fue la dura crítica que tambén se desprende del Primer Informe, rendido la noche de este miércoles, por Vero Lezama, a quien ya se le cuenta en la escena política como una actora notable, con vistas al 2027. Pero eso ya se dijo consensuadamente por propios y extraños.
Aquél duro panorama expuesto, se contrastó con un informe desgranado de botones de muestra.
Esa realidad dio un giro radical de la mano de Verónica Lezama Espinosa, Vero.
En su Primer Informe al frente del DIF Quintana Roo, “Vero” no presumió vestidos de etiqueta ni anfitrionas listas para posar ante cámaras. En su lugar, presentó cifras e iniciativas con rostro humano: más de 33 millones de desayunos escolares, Centros Integrales de Primera Infancia en cada rincón del estado y la remodelación, después de 30 años, de la Procuraduría de la Defensa de Niñas, Niños y Adolescentes. El mensaje es contundente: la justicia social no es un slogan, sino un compromiso medible.
De la gala al comedor escolar
Mientras antes se invertían recursos en eventos efímeros, hoy esos mismos fondos —y muchos más— se destinan a infraestructura esencial. El Centro de Atención Infantil Booy Ché (sombra del árbol), levantado ex profeso para hijas e hijos de trabajadores turísticos, simboliza ese cambio de prioridades. Allí, una madre puede dejar a sus niños en un ambiente seguro con atención pedagógica y emocional, lejos de los coros de copas y los reflectores que alguna vez opacaron el esfuerzo social.
Reconciliación con la memoria institucional
Quizá el gesto más elocuente de este viraje se dio en la cálida reunión que Vero Lezama sostuvo con las mujeres que, de manera honoraria, presidieron el DIF estatal en el pasado. Un homenaje a quienes construyeron —aunque a veces en la sombra— la piedra angular de la asistencia en la entidad. Curiosamente, su antecesora inmediata, Gabriela Rejón, fue la única ausente, como si el pasado reciente hubiera decidido no mirar de frente al presente transformador.
Un aviso para el 2027
El verdadero valor político de este informe no está en el despliegue orquestado de imágenes y palabras: reside en el contraste inevitable con lo que fue. Vero Lezama ha irrumpido en la escena con solvencia técnica, sensibilidad y un modelo humanista que reprueba la opulencia vacía. El desafío para el grueso de la ciudadanía será recordar, cuando las elecciones de 2027 asomen en el horizonte, quiénes prefirieron el brillo pasajero de una copa al brillo perdurable de una sonrisa infantil satisfecha.
En el DIF de Quintana Roo ha comenzado, por fin, una nueva era de justicia social. Y a quienes se aferran aún a los espejismos de antaño, solo les queda buscar dónde quedaron las migajas de aquellos banquetes; porque, ahora, el banquete es para el alma de cada familia vulnerable.
