Demolió Mara Lezama ese rito anticuado de informe tradicional

Por Antonio Callejo

Puso en el centro de su acto constitucional de rendición de cuentas, a las y los ciudadanos que contaron personalmente sus “pequeñas grandes historias”

Chetumal Q. Roo. – El Bulevar Bahía de Chetumal, bañado por los reflejos dorados del atardecer paciendo en el Mar Caribe, fue nuevamente en el escenario de un Informe de Gobierno de la gobernadora Mara Lezama. El segundo de los cinco que serán en total.

Si antes modificó el formato tradicional de rendición de cuentas, en esta ocasión la mandataria deconstruyó totalmente los moldes convencionales de la política, transformando este acto constitucional en un auténtico ejercicio de diálogo con los ciudadanos.

La elección del lugar no fue casual. El espacio abierto y accesible para todos los ciudadanos, frente a un paisaje natural imponente, reflejaba el espíritu del evento: un informe cercano, transparente, donde la gobernadora y los ciudadanos compartían el mismo plano.

Mara Lezama, con su vasta experiencia como comunicadora, aprovechó cada minuto para presentar un informe construido no solo con cifras y estadísticas, sino con historias de vida que ejemplificaban los cambios sustanciales generados por un gobierno humanista y con «corazón feminista».

La disposición del evento rompió con los esquemas tradicionales. Una larga plataforma se extendía para acercar a la gobernadora al público, permitiendo una interacción inédita en estos actos políticos. En filas siempre cercanas a la gobernadora, los verdaderos protagonistas de su administración: ciudadanos de a pie, niños, jóvenes y adultos mayores, todos testigos vivientes de las mejoras alcanzadas bajo su mandato.

Las «pequeñas historias», como ella misma las denominó, fueron en realidad grandes historias de verdaderos actos puntuales que cambiaron la vida de las personas. Fueron el centro del informe.

Mara Lezama invitó a subir al escenario a personas que dieron testimonio de cómo las políticas públicas implementadas en Quintana Roo les habían cambiado la vida. Se escucharon testimonios conmovedores: una niña que recibió un trasplante de corazón, niñas y mujeres que recuperaron la vista y adultos mayores que, gracias al acceso a servicios de salud, encontraron un nuevo horizonte libre de enfermedades. Estas historias, mucho más poderosas que cualquier dato frío, demostraron que los logros no solo se medían en números, sino en vidas transformadas.

El informe, además de ser emotivo, fue también un ejercicio de claridad y precisión. La gobernadora repasó los avances en los 11 municipios del estado, haciendo hincapié en la forma en que el presupuesto ha sido destinado a programas que promueven el bienestar común. Con un enfoque ciudadano, narró cómo cada acción de su gobierno ha estado orientada a mejorar la calidad de vida de los quintanarroenses, reflejando una visión renovada y comprometida con el desarrollo social.

Al concluir su discurso formal, la gobernadora protagonizó un gesto inusual de la política ortodoxa, pero que ya es parte de su forma de comunicarse con los quintanarroenses.

Cambiándose los zapatos por unos más cómodos, Mara Lezama esperó pacientemente a que todos los ciudadanos que quisieran acercarse a saludarla pudieran hacerlo. Fue un momento de cercanía genuina, donde la gobernadora se tomó fotos, conversó y escuchó a quienes se acercaron, siempre con la colaboración respetuosa de su equipo de seguridad.

Este Segundo Informe de Gobierno no fue un acto político tradicional. Fue un ejercicio de comunicación directa, un diálogo franco con la ciudadanía. En un contexto donde los informes suelen ser monólogos engolados y distantes, Mara Lezama demolió ese rito anticuado, colocando al ciudadano en el centro de la atención. Con un estilo cercano y empático, la gobernadora reafirmó que su administración sigue comprometida con un proyecto de justicia social y bienestar compartido.

En definitiva, el informe de Mara Lezama no solo marcó un nuevo hito en la política quintanarroense, sino que sentó las bases para una nueva forma de hacer política: cercana, humana y profundamente comprometida con las necesidades de la gente.

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