Joaquinismo: Un baño de sangre para la juventud de Quintana Roo

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REPORTE ESPECIAL

A su llegada, los asesinatos se dispararon en un 300 por ciento, y así se mantuvieron siempre al alza. Con  Mara Lezama las cifras empezaron a descender

El peor año: 2018, cuando presumía de la mayor inversión en seguridad ciudadana, con un C-5, del que ni siquiera cubrió gastos de construcción ni operación

Cancún, Quintana Roo. – El sexenio de Carlos Joaquín González abarca el periodo más negro para la historia del estado en el rubro de seguridad ciudadana.

Fue un baño de sangre, especialmente para los jóvenes del estado. Justo a su llegada al gobierno, de la mano de un puñado de panistas y menos perredistas, pero con un voto de castigo para su antecesor, los homicidios se dispararon en un 300 por ciento.

Y así se mantuvo por los seis años la incidencia de asesinatos, siempre al alza.

A partir de la Encuesta Nacional, de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe 2023), se estima que 28 por ciento de los hogares en el estado de Quintana Roo tuvo al menos una víctima de delito durante 2022, que fue el año de cierre del hoy embajador de México en Canadá.

Es decir, 168 mil 997 hogares víctimas, de un total de 603 mil 947 hogares estimados.

La tasa de homicidios, que se mide con relación a cada 100 mil habitantes, reflejó ese aumento notorio en ese sexenio joaquinista, en el que presentaron cifras presuntamente históricas de inversión en seguridad pública.

Mientras que en los años 2011, 2012, 2013, 2014 y 2015 (cuando gobernaba Roberto Borge), la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes fue de 12, 11, 11, 10 y 10, respectivamente, a la llegada de Carlos Joaquín fueron asesinadas 27, 48, 41, 34, 36 y 34 personas –entre 2017 y 2022-, por cada 100 mil habitantes. Si el estado tiene casi dos millones de habitantes, hay que multiplicar por 19 cada cifra para tener el total de asesinatos por año.

De acuerdo con el Inegi, los jóvenes hombres son las principales víctimas del delito de homicidio.

En el caso de los hombres, la tasa es de 43.1 homicidios por cada 100 mil habitantes de sexo masculino; para las mujeres, de 5.4 por cada 100 mil habitantes de sexo femenino.

El principal medio que se utilizó para provocar los homicidios fue el disparo de armas de fuego, con 70 por ciento. Siguieron el uso de arma blanca, con 9.5 por ciento y ahorcamiento, estrangulamiento y sofocación, con siete por ciento.

Hay que recordar que en su reciente Segundo Informe de Gobierno, la gobernadora Mara Lezama alzó la voz para inconformarse de que, aunque heredó un Centro de Comando (C5), se debían más de mil millones de pesos por el inmueble y su equipamiento.

A partir de la llegada de Mara Lezama, la cifra de asesinatos empezó a reducirse.

El peor año fue 2018, cuando fueron asesinadas 841 personas –la mayoría hombres, como se indica arriba–, mientras que el 2023, el año próximo pasado en el que gobernaba Mara Lezama, la cifra fue de 591.

Recientemente se publicó un trabajo de investigación del sociólogo bajacaliforniano José Manuel Valenzuela Arce, quien acuñó el término de juvenicidio.

El investigador ubica y da claves de las variables que contribuyen a este escenario de violencia, donde mueren sobre todo jóvenes, y queda claro que están asociadas a un abandono de políticas públicas adecuadas, o sencillamente al abandono de esos temas por gobiernos insensibles.

El especialista enlista un contexto con cinco temas que conllevan la vulnerabilidad y eventualmente la muerte de jóvenes en el país: la precarización económica y simbólica, la criminalización, la desciudadanización y la desubjetivación.

Sobre la región SUR-SURESTE, donde se encuentra Quintana Roo, dice bajo el título “EL PARAÍSO PERDIDO”:

“La región sur-sureste comprende los estados de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán; 44% de los asesinatos y registros de desaparición de 2006 a 2022 fueron jóvenes. A partir de 2015, la región se volvió igual de peligrosa para las juventudes que el resto”.

Carlos Joaquín es considerado uno de los peores gobernadores de la historia de Quintana Roo por su desastroso manejo financiero, y como se lee en los reportes  estadísticos sobre seguridad pública, también en esa importante área.

Actualmente es embajador de México en Canadá, desde donde celebró la llegada de su quinto hijo.

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